sábado, 28 de mayo de 2016

La Literatura Peruana en la década de los 90's

En la década de 1990, aparece una tendencia individualista que ahonda en la intención estética. En poesía donde surgen dos grupos importantes: Noble Katerba y Neón. En la narrativa, la fórmula que se impone es la denominada joven-urbano-marginal. En este campo, además de Jaime Bayly, que tiene preferencia por lo sensacionalista, sobresalen Óscar Malca con Al final de la calle (1993), Sergio Galarza con Matacabros (1996), Rilo con Contraeltráfico (1997), autores que cultivan el realismo sucio.

Por otra parte, aparecen algunos escritores que cultivan el esteticismo y cuya obra escapa a los moldes de su generación, entre ellos Iván Thays, con Las fotografías de Francés Farmer, y Patricia De Souza, con Cuando llegue la noche. En poesía destacan Montserrat Álvarez con Zona dark (1991), Xavier Echarri con Las quebradas experiencias(1993), Domingo de Ramos con Ósmosis (1996), Doris Moromisato, Odi González, Ana Varela, Leoncio Luque, Rodrigo Quijano, Jorge Frisancho, Ericka Ghersi con "Zenobia y el Anciano" (1994), Rafael Espinosa, entre otros antologados en la polémica antología Poesía peruana siglo XX (2000) de Ricardo González Vigil (Universidad Católica).

Hacia el 2000, como señala Vigil en el tomo 14, Literatura, de la a Enciclopedia Temática del Perú de El Comercio, muestran un trabajo poético importante Lorenzo Helguero, Miguel Ildefonso, Selenco Vega, José Carlos Yrigoyen, Alberto Valdivia Baselli, Rubén Quiroz, entre otros. En el campo dramático descollan Enrique Mávila y Mariana de Althaus, que se han caracterizado por la asimilación de diferentes tendencias teatrales contemporáneas. Y en el campo de la narrativa breve es singular la obra Fábulas y antifábulas, de César Silva Santisteban.

Simultáneamente, dos escritores del grupo Narración alcanzan su madurez durante este decenio: Oswaldo Reynoso y Miguel Gutiérrez, quienes regresan al Perú luego de una larga estadía en la China comunista, que los desengaña de sus aventuras políticas juveniles. Reynoso, autor del memorable libro de cuentos Los inocentes, pública sucesivamente la nouvelle En busca de Aladino y la novela Los eunucos inmortales, obras de prosa musical en las que se descarta el ideal de la lucha social de clase por la búsqueda de una utopía de belleza juvenil que resulte, no obstante, justiciera con los humildes. Gutiérrez, por su lado, sorprende a los lectores con una novela de más de mil páginas, La violencia del tiempo, saga familiar de la familia Villar, que se inicia con el primer Villar, desertor del ejército español que combatió contra los patriotas en la guerra de independencia, y termina con Martín Villar, narrador de la novela, que en los años sesenta ha optado por ser un profesor rural, tras estudiar en la oligárquica Universidad Católica. Novela histórica, de crecimiento, ensayo de crítica social y de interpretación histórica, La violencia del tiempo acusa el influjo de los grandes narradores latinoamericanos del siglo XX (Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa), así como de los maestros de la novela del siglo XIX, en especial de Balzac, cuyo intenso y torvo cronicón de familia, La comedia humana, evoca con maestría singular.

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